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Nuevo Laredo, Tamaulipas, 21 de septiembre de 2024 .— Contra todo lo que pudiera presumir, y haciendo enormes esfuerzos por limpiar su cada vez más deteriorada imagen como alcaldesa de este puerto fronterizo, Carmen Lilia Canturosas Villarreal se ha convertido en el “hazmerreir” de los neolaredenses, por la marcada incongruencia que existe hacia el interior de la fundación “Carlos Cantú Rosas”, que dicen ayudar a la gente, sin ayudarla.
Dicho movimiento, integrada por miembros de su familia, está convertida en toda una falacia, ya que simulan ayudar a la gente, pero en la realidad ocurre todo lo contrario.
A través de un boletín oficial, Carmen Lilia dice trabajar todos los días por los neolaredenses, pero todos los días ella vive en el extranjero. Sólo cruza el puente para eventos especiales de vez en cuando.
Hace 9 años, su hermano Carlos Canturosas enfrentó serias acusaciones cuando fue alcalde, en el sentido de que se había enriquecido con el dinero de los neolaredenses, lo que lo orilló a vivir un tiempo en la vecina ciudad, y su hermana Carmen Lilia sigue la misma metodología: Inflando los costos de las obras hasta 3 veces más de lo normal.
Una prueba elocuente de ello es que a principios de este año había informado que la remodelación del parque Viveros había costado 65 millones de pesos cuando lo reinauguró, y en su pasado informe de gobierno de hace unas semanas, dijo que esta obra tuvo un costo de 102 millones de pesos. Tres veces más de lo que antes había dicho.
Carmen Lilia describe a los integrantes de su familia como personas entregadas y de gran corazón, el problema es que cuando los vecinos de las colonias se acercan a ellos, ya no para pedirles algo, sino tan sólo para saludarlos, les hacen “el fuchi”.
Dicen que están dispuestos a ayudar a quienes más lo necesitan pero esto no aplica a los neolaredenses que durante casi 3 años estuvieron tocando las puertas de presidencia municipal, pero nunca quiso recibirlos.
La gente también acudió a la oficina de Regidores por apoyos con medicamentos y les cerraron las puertas en las narices; fueron a solicitar boletos de autobús para que sus familiares consultaran a sus enfermos en la ciudad de Monterrey, y les dijeron que no había presupuesto para ello.
En el último de los casos, pedían la intervención de la alcaldesa ante la CFE cuando se quedaron sin luz en sus hogares por varios días, y no atendió; cerró sus oídos, y no contestó.
Incluso, cerró el acceso a sus redes sociales para que la gente no la molestara con alguna petición y eso es no tener corazón.
¡Una fundación sin corazón, no es fundación!
Cuando hacemos este análisis, nos preguntamos: ¿De qué carajos presume tal fundación, si la ciudadanía está molesta con esa familia que ya encontró el modo de saquear los recursos de los neolaredenses para enriquecerse de manera descarada, sin que nadie les diga nada?
Lo más seguro es que este movimiento que, dicho sea de paso, opera a escondidas, sea una herramienta más de los Canturosas para saquear los recursos de los neolaredenses para seguirse enriqueciendo en forma descarada.
